“No nací para ser feliz” Claramente no es verdad. Ni un bebé recién nacido, ni un niño en su infancia pone condiciones para disfrutar su instante presente. Disfrutan porque son naturalmente felices.
Cambiamos nuestro estado natural por la programación de juicios y creencias basados en la escasez, el miedo, el dolor y el sufrimiento que nos condicionaron a buscar la felicidad fuera.
Con angustia por el pasado y ansiedad por el futuro agotamos nuestra energía vital. Buscamos tener control y seguridad, olvidamos que la vida es incierta y que nada controlamos.
No es una sorpresa que en medio de esta dinámica terminamos creando relaciones disfuncionales que no podemos gestionar.
La soluciones asertivas comienzan por atender nuestro sistema de creencias, estructura que soporta las justificaciones con las que nos mantenemos en relaciones tóxicas.
Nuestra responsabilidad es observar conscientemente esas justificaciones, porque detrás de cada una hay una creencia limitando nuestra libertad emocional
Cambiar creencias nos conecta con la felicidad, nos ayuda a salir del miedo e ir cambiando nuestra forma de pensar. Facilita soltar el apego emocional, dejar de esperar que la pareja cambie y es el camino para abandonar el victimismo.
Ni el amor es una jaula, ni la libertad es estar solo.
El amor es la libertad de volar acompañado, es dejar ser sin poseer. García Márquez
¡Somos los arquitectos de nuestra vida y tenemos el poder de elegir qué vida queremos crear!