“Tengo miedo de volar dijo la oruga a la mariposa…
Es natural temer a lo desconocido y sabio comprender que las crisis no dañan, TRANSFORMAN.
No obstante, cuando la oruga recibe la señal biológica de detener su movimiento y su instinto de comer, ella confía, sigue su naturaleza interior y se entrega a su proceso de transformación.
Sabe que estará inmóvil y vulnerable, pero no lucha, no protesta, ni se victimiza, porque es honesta con su propósito. Se entrega a su proceso con mansedumbre y generosidad, consciente de su indefensión.
Se encierra en la oscuridad de su crisálida y experimenta pacientemente la transformación silenciosa que le dará el júbilo de volar en libertad.
La vida nos ofrece crisis para desarrollar habilidades. Nos da señales a través de experiencias que llamamos dolorosas para que las alumbremos desde nuestro interior y demos nacimiento a un nuevo estado de conciencia, a un nuevo estado de ser, de estar y de relacionarnos.
A diferencia de la mariposa, nos dejamos llevar por la mente y el ego que buscan salidas o soluciones que nos alejen de la incomodidad, impidiendo el nacimiento de ese nuevo estado.
¿Pero qué pasaría si como la oruga, confiáramos, nos detuviéramos, guardáramos silencio y nos entregáramos con generosidad a vivir los procesos que nos regalan las crisis?
1- Dejaríamos de sentirnos víctimas, para hacernos conscientes de que tenemos información y programas que nos condicionan inconscientemente y tomaríamos acción para el cambio.
2- Tomaríamos conciencia de que todo ocurre dentro de cada uno, por lo tanto, dejamos de culpar a los demás, los liberaríamos y nos liberaríamos.
3- Estaríamos más atentos a nuestras proyecciones para sanar nuestras percepciones.
4- Abandonaríamos el juicio, la adicción más tóxica y destructiva.
5- Abrazaríamos las crisis como posibilidades de transformación
Si no vuelas serás infeliz porque tendrás que renunciar a muchas cosas, entre ellas a tu libertad y eso te hará depender de los demás. Respondió la mariposa a la oruga!
María Helena
Bridgman