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Somos como un inmenso bosque

Los seres humanos somos como un inmenso bosque.

Todos estamos interconectados por nuestras raíces, nuestros ancestros. Creamos nuestra vida en base a las creencias que habitan en la tierra húmeda de nuestros pensamientos.

Nuestras emociones nos mueven a crecer y adaptarnos al medio ambiente, determinando nuestra forma de comportarnos, como la sabia en los árboles circula moviendo su energía.

Nuestras conductas y actitudes, son como los tallos del árbol, producen hojas y frutos.

Con nuestras decisiones y acciones sostenemos desde la raíz hasta los frutos de nuestra vida.

Un bosque se renueva y se sostiene porque renueva su tierra permanentemente. Para renovarnos nosotros desde la raíz, hemos de aprender a cambiar nuestro sistema de pensamiento y de creencias.

Como el inmenso bosque que mantiene su vitalidad del humus que crea al despojarse de sus hojas, nosotros debemos usar la humildad para soltar el apego al pasado y hacer del presente una experiencia plena y vibrante.

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La fábula del bambú japonés

Narra esta fábula que un agricultor japonés decidió un día plantar unas semillas de bambú.

Tenía conocimiento de que algo muy curioso sucede con el bambú japonés. Se siembra la semilla, se abona, necesita ser regada  constantemente y durante mucho tiempo no pasa nada.

Aparentemente no pasó nada con la planta durante los primeros siete años.  De manera que para nuestro agricultor fue posible pensar que las semillas no estuvieran en buenas condiciones y tendría que comenzar de nuevo.

Sin embargo, a partir del séptimo año y en un período de tan sólo seis semanas la planta de bambú creció más de 30 metros.

Entonces ¿tardó la planta sólo seis semanas en crecer? No, al árbol de bambú le tomó siete años y seis semanas desarrollarse.

Durante estos siete años de aparente inactividad, el bambú estaba desarrollando un perfecto sistema de raíces que le permitirían
sostener el crecimiento, la abundancia, el poder y la grandeza de su esencia.

Todo cambio, proyecto o aspiración en tu vida, es como una semilla de bambú. La siembras en el campo fértil de tu mente, la abonas con tus pensamientos, la riegas con tus sentimientos y al calor de tus emociones y acciones, silenciosamente va echando raíces poderosas para que sus frutos sean permanentes.

Observa cada uno de los elementos con los que cuidas tus semillas porque los frutos serán el resultado directo de ellos.

No desesperes si crees que no estás logrando aquello que deseas para tu vida, estás echando raíces.